El Marbella trató de buscar sus opciones al contragolpe pero finalmente el Alcoyano se impone a los malagueños y escalan posiciones en la tabla.
Los comentaristas deportivos tienen la manía de usar esas expresiones tan obvias como clarificadoras que a veces resultan algo odiosas por la sencillez de su configuración: “abrir la lata”; “a bote pronto”; “rematar como mandan los cánones”… Una de ellas, casi usada en cada uno de los partidos, es aquélla de que el ritmo ha ido claramente de menos a más. No somos fans de lo típico, pero de esta manera se puede resumir el encuentro entre Alcoyano y Marbella.
Muy pero que muy poco fútbol se presentó en El Collao la tarde-noche del viernes. Al menos, durante la primera mitad. Nada más y nada menos que 37 minutos hubo que esperar para ver el primer disparo entre los tres palos. El Alcoyano se volcó en la banda derecha con Antón y Javi García para cargar el área de centros laterales que el conjunto marbellí defendió cómodamente y sin ningún sobresalto.
Rozando el descanso, el partido pareció al fin romperse con un disparo de José Lara que superó al portero, pero no a Aitor Puñal, que la sacó en la mismísima línea de gol. Los locales encerraron en su área a los de Fran Beltrán, pero su asedio fue perenne e inútil; no sirvió para adelantarse en el marcador. De hecho, casi ocurre lo contrario. Con el equipo volcado en ataque, el rechace de un córner terminó en pies de Callejón y este, al mismo tiempo que caía al suelo, se la cedió al hueco a un Marcos Peña que, ya dentro del área, la cruzó en exceso y la echó fuera.
A los que nos gusta el fútbol nos contrarió la consecución del descanso cuando más se animó el encuentro. Pero la segunda mitad arrancó de igual manera, con un Marbella esperando su oportunidad atrás y un Alcoyano que lo intentó a balón jugado, pero no fue hasta un córner que logró adelantarse. Tan importante es el rematador, como el asistente, algo que quedó sumamente constatado después de que Dani Molina pusiera un centro tenso al primer palo desde la esquina y de que Jorge Álvarez, en un mal despeje, se introdujera el balón en su propia portería.
Con la lata abierta por fin (alerta por expresión típica), el Alcoyano perdió parte de su posesión. Curiosamente, eso hizo que los muchachos de Vicente Parras ganaran aún más verticalidad para que rápidamente llegara el segundo tanto a favor. Un pase magnífico desde la banda derecha, que desbordó constantemente a Puñal y a Diori, acabó en las botas de Cristian Herrera y, como mandan los cánones (alerta por expresión típica), la cruzó al palo largo para hacer el 2-0 y trasladar el júbilo a la grada.
Los locales trataron de mover bien la pelota pero sucumbieron y finalmente fue el Marbella el conjunto que, más pronto que tarde, acabó acercando la portería de Manuel García para acortar distancias. El despeje a un centro lateral de Callejón por parte de la zaga blanquiazul cayó donde nunca ha de caer: en la frontal del área. Allí, apresurado para no perder la ocasión, Pablo Muñoz le pegó a bote pronto (alerta por expresión típica) y convirtió el primero para los andaluces.
Ohemeng tuvo en sus botas el tan agónico desenlace que los locales trataron de evitar a toda costa, pero se le marchó por un pelo a la izquierda de la portería, validando el 2-1 final y convirtiendo la hipótesis de que el Alcoyano se impone siempre en el encuentro cuando se adelanta primero en el luminoso; ya en una norma irrefutable. Tres veces se ha dado, tres veces ha ocurrido.
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